🌑 Te cuento mi historia. De la oscuridad, nací yo.

Durante años, viví dividida entre dos mundos:
uno que buscaba sanar, y otro que no quería soltar el caos. Mi historia no empieza con luz. Empieza con adicciones. Con basoco, con noches que me dejaban vacía, con vínculos destructivos donde jugaba a ser fuerte mientras me partía por dentro.
Desde los 15 fumaba marihuana, y a los 20 ya me perdía en mezclas más duras. Frecuentaba lugares densos solo para conseguir droga. Seducía, manipulaba, hacía lo que fuera con tal de no sentir el dolor que venía de fondo: el abandono, el desamor, el desconcierto existencial.

No sabía quién era.
Y en esa búsqueda me rompí muchas veces.

Mi mente oscilaba entre la euforia de creerme capaz de todo y la parálisis de no poder levantarme de la cama.
Más tarde supe que tenía un trastorno bipolar. Pero antes de que llegara ese diagnóstico, vivía a los extremos, sin pausa, sin compasión. Un día podía estar entrenando a las 4 AM, creyendo que lo dominaba todo. Y al siguiente, deseando desaparecer.

La primera grieta por donde entró la luz...

Fue el cuerpo.
El movimiento fue mi primer ritual.
Volví al fitness, pero esta vez no desde el castigo, sino como una forma de orden.
Después llegó la escritura. Y por primera vez me permití decir verdades que nunca había escrito: Estoy cansada. Estoy rota. Me quiero salvar.

Me aferré a una práctica simple: levantarme temprano, moverme, escribir, meditar.
Así nació Mañanas Conscientes, en medio del caos, no desde la perfección.

Después llegaron el tarot, los oráculos, la medicina del cacao, las pausas, el silencio.
Y empecé a reconocerme en el espejo.

Haber echo las pases con mi oscuridad me abrió la puerta de la luz y el entendimiento. 

Hoy…

Estoy gestando vida.
Soy madre de mellizos en camino.
Estoy más conectada con mi sombra que nunca, pero también con mi espíritu.

Mi proceso no terminó. Pero elegí vivirlo con conciencia. Elegí dejar de huir y empezar a habitar.

No me sané sola. No me salvó un curso.
Me salvó el ritual, el cuerpo, la escritura, el alma, las guías… y sobre todo, mi decisión de volver a mí una y otra vez.

Si estás en un momento oscuro, si te duele, si no sabés por dónde empezar…
Quedate.
No estás sola.
Yo tampoco lo estuve.
Y si esta historia te tocó, es porque hay una parte tuya que ya está despertando.

Con compasión y amor

Jime